viernes, 12 de junio de 2009

PoTC - Capítulo 1: Locuras Lógicas


El mar llama a sus corsarios para distintas batallas. Para él el tiempo es libre e infinito. Tras diez años sin el Perla Negra, Jack Sparrow esta verdad no le era indiferente. Diez años sin grandes aventuras, sin terminar su más grande búsqueda…

Los rumores acerca del fin de la piratería se acrecentaban en el puerto de Tortuga. Sus habitantes parecían cada vez más insertos en una cotidianeidad aletargada; el ajetreo y las parrandas ya no eran pan de cada día, aunque aún conservaba su cualidad de ser uno de los únicos puertos de piratas libres a lo largo del Caribe.

A Jack Sparrow ya le quedaban pocas esperanzas. Con la reciente muerte de su contramaestre Gibbs, sus anhelos de encontrar el Perla eran inverosímiles. Aunque era un sobreviviente como pocos, el paso del tiempo no le era ajeno y la desesperación no pretendía divorciarse de la creciente resignación, muy desconocida para un pirata como él.



Solo, en la taberna Tomler, veía cómo un grupo de despojos humanos hacían fila para ser parte de una expedición en busca de los tesoros perdidos de la Isla de la Muerte, leyenda que cobró vida nuevamente tras los hallazgos y muerte de un pelotón de soldados de la corona cerca de la localidad donde se encontraba el tesoro; desaparecido hace años por un devastador huracán. Sin embargo, ni ese monumental desafío tentaba a Jack, acompañado por una botella de Ron y sus inseparables efectos personales.



De pronto, un anciano borracho surge de las sombras y se acerca a Jack, tomando asiento en su mesa. Éste, impertérrito, realiza un ademán de alejar su botella de tal individuo desconocido.


- El ilustre y solitario Jack Sparrow – saludó con dificultad el anciano.


- El ilustre y solitario “Capitán” Jack Sparrow – corrigió Jack – ¿Qué?, ¿muy atareado para unirte a la tripulación en busca de la nada? – preguntó.


- No soy tonto, ¿sabes? – respondió el anciano – le dejo esa tarea a los soñadores, ya nada más puedo desear que inspire mis ambiciones, y presiento que le ocurre lo mismo a usted, “Capitán”, jajaja.

Jack sonrió, sarcástico.


- Nada más que hacer… lo que buscan yo ya lo tuve.


De improviso, Jack divisó a una de las señoritas que atienden a los fervientes clientes. Ella notó a Jack entre la multitud, y el capitán se apresuró a beber lo quedaba en su botella de manera nerviosa.


- Disculpe mi poca amabilidad, pero necesitaba la copa más que usted… - explicó poniéndose rápidamente de pie. Tan pronto lo hizo, el anciano agarró fuertemente el brazo derecho de Jack.


- Si me llevas a ella, te daré un barco… - expresó el anciano de manera categórica, mirando los ojos de Jack, algo nerviosos y espantados ante tal requerimiento.


- Promesas de un hombre borracho… ni yo cumpliría lo que prometo, jovenzuelo – respondió Jack, con cierto dejo de asco apartando la mano del anciano de su brazo.


- No busco oro ni gloria, Sparrow. La busco a ella. Me lo debe. Tengo que encontrarla.


Jack miró a la mujer con preocupación, ésta lo observaba con enojo y se dirigía hacia él.


- Tal vez ella pueda hacer algo para encontrarla a “ella”…


Y sin terminar la frase, Jack huyó de la taberna sin siquiera mirar al anciano que ya se caía de borracho encima de la mesa. Una vez fuera, Jack revisó su brújula; la cual, como hace bastante tiempo, no apuntaba a ninguna dirección.

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