jueves, 18 de junio de 2009

PoTC - Capítulo 6: Familia.



Después de casi un mes de viaje, Sir Thomas Lawson al fin pisaba tierra. El alivio que le corroía era embriagante, pero fugaz; al fin saldría del horrendo barco que le enfermaba día tras día, pero a la vez la ridícula tarea encomendada por la Corona recién comenzaba.

Según los mapas, Lawson y su tripulación se encontraban cerca de las tierras de Cuba, al límite del Caribe. En el puerto no había mucha gente, salvo ciertos pescadores y los guardias que custodiaban la costa y el orden. Lawson bajó con un pañuelo pegado a la nariz; el hedor a pescado le desagradaba de sobremanera.


Greg, el sirviente, hizo los arreglos necesarios con el guardia costero para atracar el barco sin problemas, y consultar sobre la existencia de posadas en la zona, para que Sir Lawson pudiese descansar. Sin embargo, cansado por el viaje y espantado por el nuevo escenario, Thomas procedió a inspeccionar el lugar.

Se sorprendió por las miradas de estupefacción que recibía de parte de los residentes del pueblo; quienes no sabían si admirarle o temerle. Lawson comenzó a sentirse cómodo con aquellas expresiones. Se detuvo para arreglar sus ropas y continuó desfilando entre la gente, demostrando su elegancia, presencia y poder.


Tras unos minutos, Greg se acercó a Sir Thomas. Al llegar se notaba agitado, pero tranquilo. Lawson le sonrió.


- ¿Todo en orden, Greg? – le preguntó, observando el horizonte de pueblerinos que no dejaban de mirarle y comentar entre ellos.


- Por supuesto, Sir Thomas. Le informo que estamos en el pueblo de Clanston, en los límites nortinos del Caribe, cerca de las colonias americanas.


Sir Thomas se sorprendió algo agriado.


- ¡No se supone que debíamos estar en Port Royal, Greg! ¡Ineptos! ¡Se han equivocado de pueblo! – reclamó Sir Thomas encolerizado.


- Disculpe, señor, pero su Majestad fue clara en indicarle al Capitán y a la tripulación de primer rango que debíamos dirigirnos a Clanston. La misión no se haya en Port Royal, por que no hay rastro de ellos.


Lawson se sentía estafado. Port Royal fue el último paradero de su tío y el lugar más probable en que encontraría lo que buscaba.


Por lo pronto, Greg prefirió no dar más explicaciones. Conocía a la perfección el carácter de Sir Thomas, sabía que jamás reconocería una equivocación, corrección o algo semejante. Tenía conciencia de lo majadero que resultaba la mayoría de las veces, la forma en que su tío había ordenado su educación, el orgullo que corría en sus venas, y la ambición que lo motivaba. Claramente este tipo de misión le hastiaba y repugnaba; aún así Greg realizó una última observación, logrando, como siempre, adjudicar la negligencia de los hechos a cualquier otro que no fuese Sir Thomas Lawson.


- Mis disculpas, Sir Thomas. Debí informarle el destino de nuestro viaje y evitarle un mal rato. Me retiro.


Con un movimiento de sumisión, Greg se retiró hacia el barco para darle indicaciones al Capitán y la tripulación acerca de la posada donde se hospedarían y de quienes permanecerían en el barco.



Thomas siguió con humor nefasto, pisando la tierra con toda la ira que le fue posible, apretando sus dientes. Sin prestar atención a su alrededor, Sir Thomas chocó con una mujer que se hallaba comprando naranjas en un puesto. La mujer se volcó hacia delante dejando caer las naranjas que sostenía en la mano.


- Un “disculpe” hubiese sido lo adecuado, señor… - espetó la mujer mientras se incorporaba.


Sir Thomas retrocedió unos pasos pero se quedó mudo, mirando a la mujer con desdés, como si ella hubiese sido la causante de aquel choque, y no él producto de su distracción. Al voltearse, Elizabeth Turner le devolvió la mirada con el mismo desdén. Observó a Lawson de pies a cabeza, indignada por la poca educación de aquel caballero, quien, al verse tan distinguido, no le ofrecía una disculpa.


Sir Thomas la observó unos segundos, entre cautivado e iracundo. Atinó solamente, tras unos segundos, a mover la cabeza y voltearse para retomar su camino sin rumbo. Elizabeth, aunque enojada, prefirió no darle más importancia al incidente y seguir con lo que estaba haciendo antes de la inoportuna interrupción.


Sir Thomas se alejó lo suficiente como para poder observar a Elizabeth desde lejos sin ser visto. La presencia de esa mujer le había impactado. Dentro de su cabeza se convenció que era producto de lo inusual que le resultaba, ya que su apariencia no era similar a la de las mujeres que había presenciado en el pueblo; ni en porte, presencia, ni menos belleza… le sorprendió que le mirara con desaire, aún en conocimiento que él, perfectamente podría resultar ser el rey de Inglaterra; indistintamente de aquellas miradas que recibió de todos los habitantes de Clanston desde que pisó el puerto.

De pronto, se distrajo por las continuas señales de su sirviente Greg, quien le llamaba para que se acercase. Seguramente ya era hora de partir a la posada y descansar. Al dirigirse hacia donde se encontraba Greg, un niño pequeño tironeó de las ropas de Sir Thomas. Éste, sorprendido le miró. El niño se dedicó una sonrisa.


- Disculpe, señor. Pero debo hacerle una pregunta. – le dijo el niño a Sir Thomas, con un brillo en los ojos.


- Ummm...… eh… por supuesto… niño. – le respondió Sir Thomas, seriamente. El niño sonrió con entusiasmo.


- ¿Es cierto que en Inglaterra no entrenan a nadie para las batallas?


Sir Thomas, sorprendido se agachó para responderle al niño.


- ¿Por qué preguntas eso, niño? Claro que si entrenan pero sólo a los soldados – respondió Lawson.


- Mi espada es de madera… - espetó el niño, enseñándole a Sir Thomas la espada de juguete que portaba entre sus ropas, colgada a su cinturón. – Pero algún día sabré usar una de verdad.


Un grito de llamado alertaba a Sir Thomas a lo lejos. Éste sólo realizó un ademán para que le esperare con la mano, pero justo antes que Lawson le contestara al niño, una mujer le llamó.


- ¡Jack! ¡JACK! Nos vamos a casa… - se trataba de Elizabeth, quien llamaba a su hijo, observando que se encontraba con el mismo hombre que le había empujado hace unos instantes atrás.


El pequeño Jack miró a su madre y se despidió de Sir Thomas.


- ¡Espera, niño! – le gritó Lawson al pequeño Jack, éste retornó hacia el caballero. - ¿Cómo te llamas?


- Jack William Turner, señor, mucho gusto. ¡Adiós! – de despidió el niño, corriendo hacia su madre, la cual miró con desconfianza a Sir Thomas.


Éste se incorporó observando al niño correr hacia su madre. Greg llegó agitado al lado de Lawson.


- Señor, le he llamado desde hace buen rato para que nos dirijamos a la posada… ¿señor? – Greg observó que su amo estaba con la mirada fija hacia dos personas que se alejaban del pequeño mercado.


Lawson miró a su sirviente sonriendo. Greg se sintió aliviado, pero asustado a la vez, ya que conocía esas sonrisas.


- No te preocupes, Greg. Nos iremos de aquí muy pronto.



0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Fan Fics Copyright © 2008 Black Brown Art Template by Ipiet's Blogger Template