sábado, 13 de junio de 2009

PoTC - Capítulo 3: Sorpresas


Jack no pudo dormir esa noche.

Si, había escuchado los rumores, pero no eran menos fantásticos e irreales de los que ya había escuchado. Las leyendas de sus aventuras eran conocidas por el ancho del océano, y no dudaba que esta vez no era diferente.

Recostado en una hamaca cerca del puerto principal de Tortuga, Sparrow miraba una y otra vez su brújula, ya por costumbre. Sin embargo, la flecha quedó de pronto fija hacia el sur. Jack se estremeció al caer de cuenta, miró a dicha dirección y divisó a la tripulación de marinos de la taberna que se dirigía al navío atracado a unos cuantos metros de la hamaca de Jack.

Éste se sorprendió al entender qué era lo que más deseaba. Bajó su sombrero para fingir que dormía, sin despegar su ojo izquierdo de la multitud. El anciano no se encontraba entre ellos, por lo que decidió esperar si aparecía nuevamente entre las sombras. La tripulación de “El Trébol Rojo” se aprestaba a subir las provisiones al barco. Su capitán era un hombre pequeño y algo calvo, muy sucio y maloliente. Sus ojos negros, casi desprovistos de cejas supervisaban la labor de sus empleados.

Jack prefirió no moverse, más bien ladeó su cabeza para observar al pequeño capitán, quién se movía de un lado a otro dando instrucciones a gritos. De pronto, el mismo borracho anciano apareció a la derecha de Jack, sin que éste se percatase de aquello. Al pasar a su lado, le dio unas palmaditas en su cabeza y se dirigió hacia el pequeño capitán, después que ninguno de los tripulantes estuviese cerca.

Jack alzó su cabeza y notó que el anciano se acercaba al capitán, así como queriéndole susurrar algo al oído. Y, tan rápidamente como el soplo de una brisa, el capitán se desdobló y tomó la forma del anciano borracho; el mismo que le había hablado a Jack en la taberna Tamler. Sparrow pestañeó varias veces sin poder creer lo que estaba observando y se levantó de su hamaca algo asustado.

El pequeño capitán se hallaba de pie, mirando el cuerpo del anciano que yacía a sus pies. Luego alzó la mirada hacia Jack y le llamó con la mano. Sparrow miró hacia los lados con rapidez y duda, cuestionándose si el hombre se dirigiría, tal vez, a alguien más. Al caer en cuenta de la indecisión de Jack por aceptar el llamado, el capitán optó por llamarle a viva voz.

- ¡Jack Sparrow! – gritó con una voz profunda y grave, totalmente diferente a la que era acreedor hace unas horas, cuando su cuerpo estaba corrugado y prestaba más altura.

Jack abrió los ojos como platos y se vio caminando sigilosa y desconfiadamente hacia el pequeño individuo. Al llegar, manteniendo su distancia, Jack no pronunció palabra. El capitán, en cambio, le sonrió para luego propinarle una patada al anciano en su estómago. Debido a su estado inconciente, éste sólo se movió producto del golpe y Jack puso distinguir un balbuceo incoherente y acorde a la vez con la embriaguez comatosa que lo aquejaba.

- ¿Sorprendido? – preguntó el hombre a Jack – Y yo que pensaba que nada más le podría sorprender, capitán Sparrow.

El pequeño capitán sonreía con satisfacción al contemplar la obvia sorpresa de Jack, aunque, éste intentara ocultarla. Y sin duda estaba sorprendido, pero a Jack Sparrow no le gustaba verse desprevenido, ni menos ser utilizado.

- Para nada, gentil corsario. Sólo contemplaba las vicisitudes y desgracias de un pobre anciano al que sus aventuras lo llevan por el mal camino… - se defendió Jack, acortando la distancia que lo separaba del capitán.

- Ya le conseguí un barco – interrumpió el capitán de pronto – Llévame a ella, seguramente encontrarás más de lo que esperas…

- Un barco lleno de ratas no me tienta, pequeñín – argumentó Jack, seguro de sí mismo – Aunque sí me serviría para propósitos más nobles y reales, distintos a los suyos, desde luego – expresó solemnemente haciendo una reverencia algo burlesca.

- Un barco es todo lo que necesitas. Yo necesito un capitán. – sentenció el pequeño.

Jack se quedó reflexionando esas últimas palabras. Si la brújula comenzaba nuevamente a funcionar, sus propósitos ya no parecían tan lejanos. Después de todo, le entregaban un navío con una tripulación en bandeja y a su merced. Con cautela, todo saldría a pedir de boca; aún así no se confiaría después de lo que acaba de presenciar.

Antes que el capitán se expresare nuevamente, Jack se aprestó a correr hacia la escotilla del Trébol Rojo; se subió a una tarima y silbó a todo pulmón, captando de inmediato la atención de todos los tripulantes.

- ¡Caballeros! El capitán…. Hem… - dirigió una mirada de auxilio al capitán.

- “Cangrejo” – le susurró éste.

- Hem…. ¡si! – se corrigió, sin poder evitar emitir ciertos balbuceos tras su breve confusión – El señor Cangrejo me ha cedido el comando de la nave.

La tripulación entera le dirigió una mirada inquisitoria a Cangrejo, el cual la devolvió de manera categórica afirmando los dichos de Sparrow.

- Nos dirigiremos a nuestro destino, entonces… ¡Leven anclas! ¡Icen la bandera y las velas!... Ustedes… - encomendó a dos tripulantes que se hallaban casualmente a su lado - … preparen mi camarote: cuatro botellas de Ron con la cena, ¡Vamos!

Cangrejo se subió al barco satisfecho, y Jack lo miró sonriendo. Al fin volvería al mar… y con nave propia

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